sábado, 18 de junio de 2011

No hay mapa del tesoro: el mapa es el tesoro






Mayo del 68 fue la primera revolución triunfante:

pues una revolución sólo triunfa cuando fracasa,

al fracasar deja abierto el proyecto revolucionario

Jesus ibañez



Hay pues países sin lugar alguno e historias sin cronología.

Ciudades, planetas, continentes, universos cuya traza es imposible

de ubicar en un mapa o de identificar en cielo alguno,

simplemente porque no pertenecen a ningún espacio.

Foucault


En el último mes hemos asistido a lo que un compañero definía como el «experimento autogestionario más importante que se ha producido en el Estado español después de la Guerra Civil». A pesar de las demandas a Sol como guía de otras ciudades —centralismo tradicional que solo nos llevaría a reproducir caducas formas de cultura política—, tenemos claro que el territorio de actuación política abierto desde el 15M será policéntrico y polifónico (que no cacofónico) o no será; sólo teniendo una estructura de red que se multiplica a sí misma, podremos seguir caminando por lugares nunca antes transitados. Lo policéntrico define la estructura de red; frente a la idea de raíz —si cortamos la raíz de un árbol, éste muere— o la idea de ciudad-capital —cuya conquista da por concluida la guerra—, el sistema de red no queda roto porque desaparezca uno de sus centros, ya que tiene muchos y, en muchos casos, son reemplazables unos por otros.

El movimiento tiene que tener, así, un comportamiento, una organización mucho más próxima a la guerrilla que al ejército; nuestros movimientos tienen que ser rápidos y complementarios, la organización tiene que ser autónoma y horizontal. De este modo no tendrán cúpulas que desarticular ni frentes a los que atacar, ya que tan pronto como nos señalen por un lado, aparecerán otros en la retaguardia. Quizás sea paradigmática de estas formas la red de comunicación entre islas que tenían los piratas en el s. XVIII (Zona Temporalmente Autónomas de Hakim Bey, http://www.merzmail.net/zona.htm).


Lo construido en las plazas de casi todas las ciudades del Estado dista mucho de ser una utopía, entendiendo por esto un lugar que todavía no existe; seguramente estamos hablando de una pantopía, es decir, un lugar que existe en muchos territorios y de muchas formas. En este sentido, el complejo concepto de heterotopía acuñado por Foucault nos pueda servir de ayuda, ya que recoge algunas contradicciones presentes en las plazas (como la «regla [de] yuxtaponer en un lugar real varios espacios que normalmente serían, o deberían ser incompatibles» o ser « una representación física o aproximación de una utopía, o un espacio paralelo que contiene organismos indeseables para hacer un espacio utópico real posible»). En la sociedad del consumo espectacular en la que vivimos, la violencia simbólica que supone «manchar» el escaparate de las «ciudades marca» con las acampadas ha supuesto una ruptura con los consensos que tenían secuestrada a la democracia desde la Transición. Al Estado no le ha quedado más remedio que ceder el espacio público, sin duda, por la masividad de las protestas

En cualquier caso el análisis que hagamos no puede quedarse solo en términos celebratorios: a lo largo de este mes nos hemos topado con ciertos límites en la organización autogestionaria. En las asambleas, por ejemplo, nos hemos asomado al precipicio del fin de la política, con interminables reuniones en las que en los consensos primaba la decisión individual frente a la colectiva, se confundía unanimidad con consenso, pretendíamos inventar la rueda y correr antes que caminar, en las que la opinión sin argumento (doxa) tenía el mismo valor que la opinión con argumento (episteme). Más nos valdría recordar el dicho medieval: «Un enano subido a los hombros de un gigante puede ver más lejos que el mismo gigante», y aprender de los que nos precedieron. En muchos casos hemos tenido más presente la máxima de la teoría política clásica de que «el fin justifica los medios» que la máxima del zapatismo por la que «los medios justifican los fines». No podremos construir una sociedad-otra ni una democracia-otra con fórmulas como la del bloqueo en las asambleas, que por muy buenos fines que persiga, termina habilitando una dictadura de la minoría, tan peligrosa como la dictadura de la mayoría («La tiranía de la falta de estructuras», como escribió la feminista Jo Freeman en los setenta; http://www.nodo50.org/mujeresred/feminismos-jo_freeman.html).

A lo largo de este mes hemos visto como se abría una bifurcación a la hora de entender lo que estaba sucediendo; mientras algunas personas hacían un análisis en términos vivenciales, creando un estilo de vida, otras personas hacían análisis en términos políticos, para construir organización y una visión en términos tácticos y estratégicos sobre el futuro incierto de los acontecimientos. Pensar colectivamente las formas organizativas y sus límites nos proporciona mapas. Y los mapas son el tesoro.



Richard Crowbar

Madrid, 15 junio 2011

Fuente:http://madrilonia.org/?p=3116

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